jueves, 21 de abril de 2016

Leyenda Misteriosa

                                                                                                                                                                   
 “cuando quise ser rico”
En cierta ocasión la maestra María Concepción Muñiz requería los servicios de un albañil y contrato un pariente y vecino señor, el señor Efrén Jiménez para hacer algunas reparaciones de su casa habitación, quien le contó con toda soltura su experiencia, diciéndole:
Fíjate conchita que una vez, cuando yo tenía entre 15 y 16 años de edad, me encontraba en una situación económica muy precaria, mis abuelos paternos con quien yo me crie, eran muy pobres y teníamos que trabajar de que Salí de calle, un amigo me dijo que si quería, podría salir de pobre, pero sería con la condición de hacer pacto con el demonio; además de que sería beneficiado en amores con la mujer que deseara.
Después de pensarlo un poco acepté, sin medir las consecuencias. En seguida el amigo me dijo lo que tenía que hacer:
-Mira, debes acudir conmigo, yo te voy a acompañar el próximo 24 de diciembre a las 12 de la noche al camposanto y allá vamos a realizar la petición. Vete previniendo con machete o con una vara porque allá vas enfrentar a un animal peligroso.
Después de meditar yo accedí, llegó día y acudimos al panteón eran ya cerca de las doce de la noche en mi cuello llevaba un escapulario de la virgen del Carmen.
Estando en el camposanto, comencé a tener miedo y decidí regresar. Mi amigo se molestó y me dijo que regresará solo, que no me iba a acompañar. De pronto comencé a sentir una sensación de que me vareaban la espalda y me pegaban con latigazos. El pánico se apodero de mí; en seguida implore a dios y tome entre mis manos el escapulario y de inmediato tomé la salida del lúgubre lugar; quería correr pero sentía que las piernas no me respondían y apenas alcanzaba a dar unos pasos muy lentos, al llegar a la salida sólo conseguí sentir que me pasaban zumbando
Los latigazos y varazos.  Llegue a mi casa le conté lo ocurrido a mi abuelo Floro, al mismo tiempo que ya iba ardiendo en calentura, mi abuelo me llevo con el sacerdote a quién le conté la fatídica experiencia y después de regañarme y aconsejarme, realizo algunas oraciones por mi persona que fueron necesarias por varios días hasta que me curó completamente de espanto.